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12 Y endurecieron sus corazones(A) como el diamante(B) para no oír la ley ni las palabras que el Señor de los ejércitos había enviado por Su Espíritu, por medio de los antiguos profetas(C). Vino, pues, gran enojo de parte del Señor(D) de los ejércitos. 13 Y como Yo había clamado y ellos no habían querido escuchar(E), así ellos clamaron y Yo no quise escuchar(F)», dice el Señor de los ejércitos, 14 «sino que los dispersé en torbellino entre todas las naciones(G) que no conocían(H). Y la tierra fue desolada tras ellos(I), sin que nadie fuera ni viniera(J); convirtieron la tierra deseable en desolación(K)».

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